viernes, 23 de enero de 2015

Juventud.

Quiero dormir pero no puedo. No consigo despejar mi mente, estar serena, pensar en blanco.
Dicen que cuando uno es joven no tiene preocupaciones, tiene energía y es como una tormenta que avanza fijamente sin mirar atrás. Eso dicen.

Me siento vieja, arrugada, herida, destrozada... las preocupaciones invaden mi cabeza como un torbellino. Desordenando el poco orden que tengo. Poniéndolo todo patas arriba. Ser joven es una mierda.

Las dudas nos atormentan, nos hacen sufrir. ¿Quiénes somos? ¿Quiénes seremos? Pocos, muy pocos, tienen la respuesta. Recuerdo conversaciones del pasado. El pasado... puede que ese sea el camino. Volver atrás, verlo todo desde otra perspectiva. La historia se ha construido con el pasado. El pasado es ahora, cuando escribo. El pasado son las líneas del principio, ahora que leéis esto.

Pienso en esa niña correteando por la playa. Ahora me digo: ¡No tenía preocupaciones! En realidad sí. ¿Qué helado me voy a tomar? ¿Con quién jugaré hoy? ¿Qué canción pongo? ¿Con qué muñeco dormiré esta noche? A los 8 años esas eran verdaderas preocupaciones.

Cuando sea vieja, arrugada, con pequeñas gotas de memoria, con toda una vida vivida pensaré (espero) en ahora. Y entonces me daré cuenta de que realmente no tenía preocupaciones. Hay tiempo. El tiempo y el pasado nos hacen ver la vida de otra forma. Espero reírme entonces, y pensaré. Pensaré en esa juventud vivida, en esa tormenta que era y que avanzaba sin mirar atrás. No se... me gusta esta metáfora. Tormenta. Realmente me doy cuenta de que es una imagen muy bella. Viento y mar, árboles que se tambalean en bosques lejanos, nieve que cae en desiertos blancos... correr. La vida es una carrera contra el tiempo. ¿Hay tiempo o no? Me doy cuenta de mis contradicciones y veo lo boba que soy. Solo se que soy una tormenta.

Somos la generación de los incomprendidos. De los olvidados. Puede que no, pero nos gusta regocijarnos en eso. No pido que lo comprendáis. Asimilarlo es lo mejor que podéis hacer. No buscamos compasión ni perdón. Somos románticos empedernidos que nos dejamos llevar demasiado por nuestros sentimientos. Somos extremistas contradictorios. Somos almas a la deriva. Lo único que nos ayuda es el tiempo. El tiempo para cambiar de rumbo. El tiempo para madurar y ser más neutrales. El tiempo para convertirnos en vuestros clones. Y pasado para darnos cuenta de que la vida antes era mejor.

Ojalá todos fuéramos jóvenes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario