miércoles, 7 de enero de 2015

Camino de la Cruz, Dietrich Brüggemann

Viacrucis

¿En qué mundo vivimos? Cada persona es un mundo distinto. La educación que hemos recibido, la gente con la que nos hemos relacionado, los sitios que hemos visto, los lugares de los que nos han hablado… Somos todos diferentes (o especiales, según como se mire) y nos creamos objetivos distintos.
Dietrich Brüggemann nos adentra en el mundo de Maria, una joven de 14 años que pertenece a la hermandad religiosa de San Pío X. Se trata de un mundo turbulento, de cambios, de contradicciones, de deseos, de pecados… Vemos a una joven reprimida bajo unos dictámenes fanáticos e incluso absurdos. Nosotros, como espectadores que somos, los vemos de esta manera. ¿Pero Maria lo ve así? Se trata de su mundo, de lo que siempre ha conocido. Sería normal ver en ella una actitud dócil frente a este mundo. Sin embargo no puedo evitar pensar lo contrario.
Su malestar y miedo constante ante lo que haga o diga su madre al respecto de todo lo que ella puede hacer, son indicios de que realmente sabe que sus propios pensamientos no son tan fieles como puede hacer ver.
Camino de la Cruz se presenta en forma de 14 capítulos a los cuales se les atribuye un solo plano a cada uno. Un plano que es como una ventana que nos deja entrever lo que pasa dentro de este mundo. Observamos cuadros en los cuales sus personajes se van moviendo. ¿Quita eso naturalidad? Esta idea podría hacer caer la película en un tratamiento más frío e indiferente del espectador hacia los actores y la historia en sí. La película no está tratando un tema que sea natural de por sí. Personalmente pienso que el fanatismo religioso no deja de ser una mal interpretación de la vida, una exageración de las escrituras y de los hechos pasados, un tratamiento irrespetuoso de la religión en sí. Creo que este formato en el cual se presenta la película da un cierto orden a los acontecimientos y devuelve la naturalidad que se ha quitado con el contenido de la película. Cada capítulo tiene el nombre de una de las etapas del viacrucis de Jesucristo. Camino de la Cruz es el camino de Maria, su propio viacrucis.  Estos 14 planos estáticos que forman la película (salvo dos travellings) nos indican la frialdad con la que se ha tratado el tema. Brüggemann no busca empatizar con el espectador, quiere hacernos ver la crudeza de este camino por el que anda Maria para que seamos conscientes de la incoherencia y absurdidad de las ideas tratadas en la historia.
¿Se puede ser feliz en un mundo en el que no se te permite serlo de la manera en la que tú quieres? El deseo de encontrarse con el mayor objetivo que se le ha impuesto nunca y hacer todo lo posible para conseguirlo es la única meta que hay. El encuentro con Dios no es más que una excusa para referirse al encuentro con el amor. Un amor inmaterial, irracional e incluso romántico. El desear la muerte para ayudar a los demás es tan solo una excusa para tratar la huida hacia un mundo más puro e inalcanzable. En este aspecto he encontrado una relación con la poesía mística del siglo XVI, en concreto con San Juan de la Cruz:

“En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Ésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.”


 Aunque cada persona sea un mundo, un mundo distinto como el de Maria, seguimos siendo todos humanos. Tratamos los mismos temas y tenemos las mismas inquietudes. Simplemente tenemos formas distintas de encontrar la solución, el camino. Maria ha decidido seguir el Camino de la Cruz.

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